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_A · TEU (Teatro Español Universitario) /1960
_B · Teatro leído
_C · T.U. (Teatro Universitario) /1967
_D · TEATRO UNIVERSITARIO (TABANQUE) /1968
       TABANQUE (Teatro Universitario) /1969

_E · TABANQUE. (Teatro Independiente) /1970
_F · TABANQUE (Teatro Estable)
_G · Otros Montajes
_H · Café-Teatro /1977-82
_ I · A modo de resumen

 

 

 

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Representación de “Los Justos” de Albert Camus. 1960.

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Escenas de “Pigmalión” de Bernard Show. 1962.

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De “La Jaula” de Alfonso Jiménez. 1963.

 

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Algunas escenas de “La Jaula” de Alfonso Jiménez, transcurrían en el patio de butacas. Aquí puede apreciarse el del Teatro Cervantes de Sevilla, local que vive una lenta agonía...

t3b

 

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Tras el estreno de “El Baile” de Edgard Neville en el Teatro de Arena del Prado de San Sebastián. 1962. De izquierda a derecha: Carlos Angel Maestre, auxiliar de dirección; Emilio Segura; Mª Alfonsa Rosso; Manolo Calvo y Arbide.

T004
“La sufrida clase media” de Jerónimo López Mozo
en el Lope de Vega de Sevilla. 1980.

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Foto del equipo -actores, autor de la adaptación y dirección- tras el estreno de “Julio César” en el castillo de Alcalá de Guadaira. 1963.

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“Cátaros” de Alberto Miralles. Años 70. En segundo término, con gafas oscuras, un jovencísimo Miguel Juan Caiceo.

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Programa de mano de “La Jaula” de Alfonso Jiménez.

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Programa de “La Jaula”. Artículo firmado por Manuel Mantero.

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Programa de mano de “Tres sombreros de copa” de Miguel Mihura. Años 60.

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Arbide dirigiendo un ensayo general en el Lope de Vega. 1963.

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Una escena de “Robinsón Crusoe...” ¡ Escúchala, pulsa PLAY !


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TEU (Teatro Español Universitario) /1960

Joaquín Arbide se había iniciado tímidamente en lo del teatro en sus años de juventud siendo estudiante de bachillerato en Tetuán (Marruecos). Allí había hecho, en el colegio y con el cuadro artístico de Acción Católica, dos obras de Muñoz Seca, “La Oca” y el “Sueño de Valdivia”, en versiones de la Galería Salesiana, es decir sin personajes femeninos, y una de Benavente, “El príncipe que todo lo aprendió en los libros”.

Llega a Sevilla en 1957 con la ilusión de poder reencontrarse con esa afición que tanto le ha marcado. Como su verdadera vocación es el cine, ante la imposibilidad de desplazarse a Madrid para cursar estudios en la EOC (Escuela Oficial del Cine) por problemas de carácter familiar, se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras en el curso 1959-60 y se incorpora al TEU tras haber leído una nota en el tablón de anuncios de la Facultad que le llenó de felicidad y que decía: “Se necesitan actores para el TEU”.

Era lo que entonces se denominaba TEU del Distrito Universitario de Sevilla, que se nutría de aficionados procedentes de cualquier Escuela o Facultad del Distrito. Al día siguiente ya forma parte del reparto de “Tres sombreros de copa” de Miguel Mihura, interpretando el papel de don Rosario, un “viejecito muy simpático”. La obra se estrena en el entonces Teatro Municipal Lope de Vega.

Inmediatamente se enrola en el reparto de una obra muy atrevida para la época: “Los Justos” de Albert Camús, interpretando el papel del terrorista Alexis Voinov. La obra se estrena en el Teatro San Fernando.

Su tercer trabajo en el TEU es el de un ciego en la obra de Buero Vallejo “En la ardiente oscuridad”. Se trata de un papel muy corto, pues durante el montaje pasa a ocupar el puesto de ayudante de dirección, ante el ruego del actual director quien tiene la intención de abandonar su puesto.

Es en 1961, cuando Joaquín Arbide inicia su carrera como director teatral. Y lo hace montando “Pigmalión” de Bernard Shaw, nfrentándose, además, con la dificultad añadida de interpretar el personaje rotagonista, el doctor Higgins. El resultado es muy positivo, estrenándose la obra en el Teatro Cervantes el día 9 de abril del citado año.

Inmediatamente afronta el montaje de una obra que se adelanta a su época por la problemática que trata: la droga y los drogadictos. “Un sombrero lleno de lluvia” de Michael V. Gazzo, se estrena en el Teatro Cervantes el 4 de febrero de 1962.

El siguiente montaje es una obra de Alfonso Sastre, basada en un cuento de Edgard Allan Poe, “El Cuervo”, estrenada en el Teatro Alvarez Quintero el día 11 de marzo de 1962.

Un fuerte aldabonazo habría de ser el estreno, en el Municipal Lope de Vega, de la obra de Carlos Muñiz, “El Tintero”, un duro alegato contra la sociedad.

Arbide gustaba cambiar de escenarios. Habiendo pisado a estas alturas todos los teatros sevillanos en funcionamiento, (Lope de Vega, Alvarez Quintero, Cervantes y San Fernando) opta por introducirse en el ambiente universitario, aterrizando en el salón de actos de la Facultad de Filosofía y Letras. Allí llega a realizar tres montajes: “La Novia” y “La muñeca muerta” de Horacio Ruiz de la Fuente y “Fedra” de Miguel de Unamuno.

“El canto de la cigarra” fue, sin lugar a dudas, una de las pocas obras que se podían salvar de la extensa producción teatral del prolífico autor Alfonso Paso. Su estreno en el escenario del Lope de Vega fue todo un éxito.

Un gran impacto habría de causar en los medios culturales sevillanos de la época, el estreno, en el Cervantes, de la obra “Rinoceronte” del autor del absurdo y del surrealismo, Eugenio Ionesco.

En este momento Arbide decide prestar atención a los nuevos autores que empezaban tímidamente a estructurar sus primeros textos, tanto en Sevilla como en otros lugares, para así facilitarles la posibilidad de ver sus obras montadas sobre un escenario, cosa que por aquel entonces no era nada fácil. De este empeño habrían de surgir muchos nombres de la por aquel entonces conocida como “generación subterránea”, alguno de los cuales seguirían funcionando, a trancas y barrancas, en el siempre difícil mundo del teatro.

Se estrenaron “La Jaula” y “Diálogos de una espera” de Alfonso Jiménez Romero; “Pero el urogallo canta” y “La vértebra del profeta” de Miguel Angel Rellán. Los dos autores eran sevillanos y estaban ligados al TEU. “Los novios o la teoría de los números combinatorios”, la primera obra del madrileño Jerónimo López Mozo y “Sigue pensando, Sam”, la del gaditano afincado en Barcelona, Manuel Pérez Casaux.

En paralelo se puso en marcha un sistema que consistía en montar piezas de corta duración y sencillo montaje para de ese modo poder llevarlas a escenarios y lugares de difícil accesibilidad, como pueblos, institutos, colegios, facultades, centros culturales, etc. En estos programas figuraron títulos como “Monólogos” de Jean Cocteau; “El maestro” y “Jacobo o la sumisión” de Eugéne Ionesco; “El soplón” de Bertolt Brecht; “Edipo Rey” de Averchenko; “La ira de Philippe Hotz” de Max Frisch; “Un solo de saxofón” de Carlos Muñiz; “Crepúsculo Otoñal” de Friedrich Dürrenmatt y “Oración” y “Ciugrena” de Fernando Arrabal.

Con una selección de estas piezas, el grupo acudió a Madrid al Teatro Infanta Beatriz, para inaugurar un ciclo de Teatro Nuevo organizado por la Delegación Nacional de Actividades Culturales del SEU y el Ministerio de Información y Turismo.

Y también llegó el momento de tocar el teatro espectacular. Las secuelas del estilo José Tamayo se dejaban notar en las nuevas generaciones. Así se llevaron a cabo dos montajes en dos años consecutivos. Ambos tuvieron como escenario y decorado natural las ruinas del castillo de Alcalá de Guadaira. El primero fue la “Numancia” de Miguel de Cervantes, patrocinada por un congreso médico que se celebraba en Sevilla. Visto el éxito, el Ayuntamiento de Alcalá decidió para las fiestas locales del siguiente verano, ofrecer un espectáculo similar. Y para ello se montó “Julio César” de Williams Shakespeare. Ambas en versión de Alfonso Jiménez.

En 1964 vino a Sevilla a pronunciar una conferencia el joven autor teatral Antonio Gala. Joaquín Arbide acudió a entrevistarlo para la radio y allí hablaron de teatro y del TEU. Gala acababa de ganar el Premio Lope de Vega por su obra “Los verdes campos del edén” que estaba aquellos días en cartel en el Teatro María Guerrero de Madrid. Gala invitó a Joaquín a que fuese a ver la obra. Y así ocurrió. Al término de la representación se entrevistaron y Arbide le propuso a Antonio el estreno de su obra en Sevilla. Este accedió y a los pocos meses Antonio Gala acudía al estreno de su obra hecha por el TEU de Sevilla en el Teatro Lope de Vega, manteniéndose la obra en cartel tres días consecutivos, lo cual fue una heroicidad y un éxito en aquellos tiempos y circunstancias.

La obra recorrería luego varios pueblos de la provincia –Morón, Paradas, Marchena, Osuna...- dentro de una campaña de promoción teatral denominada “El Carro de la Alegría” patrocinada por el Ministerio de Información y Turismo.

La CITE, Comisión de Información Turismo y Educación Popular, organizó una campaña de teatro infantil por la provincia, en la que se llevó la obra de Alejandro Casona “A Belén pastores”.

Curioso reseñar la intervención en calidad de figurantes, tanto de Arbide como del resto de compañeros del TEU, en montajes como el de “Carmen” de José Tamayo en la Plaza de Toros de la Real Maestranza o en “Medea”, interpretada por Nuria Espert y dirigida por su marido Armando Moreno y estrenada en el Alvarez Quintero. Por aquel entonces se pagaban cinco duros -veinticinco pesetas- por función a los extras. En “Carmen” llegaban a cambiarse de vestuario hasta cinco veces, lo que suponía un “duro” por personaje interpretado.

Fue en los años 1961-62 cuando se celebraron en toda España una serie de actos conmemorativos de los XXV años de la Paz de Franco, apoyados con gran aparato propagandístico. De la organización en cada provincia se encargaba el correspondiente Gobernador Civil.

El de Sevilla, por aquel entonces José Utrera Molina, un hombre fuerte del régimen, llamó al SEU interesándose por alguna obra teatral del TEU. Alguien le recomendó “El Tintero” y el Gobernador aceptó totalmente confiado.

La obra encerraba una crítica feroz contra todos los esquemas políticos, sociales, educativos, morales y económicos, en los que se sustentaba un sistema como el que entonces se vivía en España.

Su argumento contaba las penas que un padre de familia de clase humilde, con mujer, hijos, una pequeña casita y una bicicleta, tenía que pasar para intentar encontrar trabajo y subsistir en una sociedad como la que le había tocado vivir. Cómo era detenido al ser considerado un delincuente por el delito de buscar trabajo. Cómo en las empresas iban triunfando los más “pelotas” de los jefes y del sistema, mientras él era relegado a los puestos más ínfimos. Y cómo un día, vestido con el traje a rayas de presidiario, moría en plena calle, ante la indiferencia de la sociedad que pasaba junto a él y que a lo más que llegaban era a ofrecerle aspirinas para reanimarlo...

En un determinado pasaje de la obra alguien le habla al protagonista de la paz, a lo que él contesta con dureza y desesperación:

-¡La paz! ¡¿Qué paz?! ¡Si de verdad existiera la paz yo la compraría...!

Nunca llegó nadie a entender cómo aceptaron programar aquella obra, con aquel contenido, para aquella ocasión. Una obra en la que se negaba la paz y el bienestar social, cuando con ella se celebraban y exaltaban los veinticinco años de una paz –paz de mentira, paz impuesta- pero que debía aparecer ante todos como una paz que conllevaba todo lo que de una verdadera paz debería derivarse.

A la representación inaugural de esta campaña, que tuvo lugar en el salón de actos del Ayuntamiento de Marchena, asistió Utrera Molina. Cuando muchos pensaban que la campaña se suspendería, el Gobernador aplaudió la obra y pasó a saludar, uno a uno, a los miembros del equipo dándoles su enhorabuena.

Y la campaña se realizó por toda la provincia. La atrevida y vanguardista obra fue disfrutada por un buen puñado de sevillanos. ¿Es que le había gustado, de verdad, al señor Utrera? ¿Es que no se atrevía, después de haberla aceptado, suspenderla? Hágase el milagro...

A hechos como aquel se les definía entonces de muy variadas maneras: “meter un gol por la escuadra”; “jugar al posibilismo”; “hacer la guerra desde dentro”...

Aquel sistema tenía sus entusiastas seguidores y también tenía sus detractores acérrimos. En cualquier caso era una gozada y una forma de lucha contra el sistema, porque era preferible una obra en un escenario ante quinientas personas que reflexionaban y se concienciaban ante todo un estado de cosas, que guardar el texto en un cajón lleno de polvo y esperar. ¿Esperar qué? ¿El día que pudiera ser autorizada? Quizás llegado ese día la obra hubiera perdido su vigencia y su interés.

Mientras tanto, otros luchaban en las fábricas, en las aulas, a través de los periódicos o en enfrentamientos callejeros... Todos estaban en marcha.

TEATRO LEIDO

Esta actividad teatral la puso Arbide en marcha a través de lo que se denominaba TEU de la Facultad de Filosofía y Letras.

Se trataba de un sistema económico y fácil para llevar y difundir el teatro en las aulas universitarias, en los Institutos de Enseñanza Media y en el Seminario Diocesano. Los actores ocupaban una mesa larga, como si de la presidencia de un acto se tratase. Cada uno tenía delante un cartel con el nombre de su personaje y un flexo que encendían cuando entraban en escena y apagaban cuando hacían mutis. Con esa técnica muy desarrollada en la época, se montaron títulos como: “El zoo de cristal” de Tenessee Williams, “La cornada” de Alfonso Sastre, “El baile” de Edgard Neville, “La dama del alba” de Alejandro Casona o “La Curva” de Tancred Dorst...


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Tras el estreno de “El Cuervo” de Alfonso Sastre, de izquierda a derecha, Arbide, la actriz Charo Correa y un jovencísimo Raúl Sénder.

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“Rinoceronte” de Ionesco. Teatro Cervantes. 1962.


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T.U. (Teatro Universitario) /1967

Los universitarios, poco a poco, se iban enfrentando con el SEU, sindicato único, vertical y obligatorio, en una lucha por la consecución de unas libertades cada vez más necesarias. La lucha fue enconada y los efectos se dejaron notar poco a poco. En el caso del teatro se empezó por la desaparición de la letra “e”, lo que dio lugar a un divertido titular en la prensa de la época que decía: “Al TEU se le cae la E.” Por tanto estos grupos pasaron a llamarse “teatros universitarios”.

Durante cuatro veranos consecutivos, el T.U. de Sevilla participó en las Campañas de teatro popular organizadas por la Comisaría para el SEU, nueva denominación para un intento de maquillaje, y que se desarrollaron por las provincias de Almería, León, Burgos, Avila y Badajoz con espectáculos como “Los títeres de cachiporra” y “Doña Rosita la Soltera” de Federico García Lorca o los “Pasos” y “Juan de Buenalma” sobre textos de Lope de Rueda y el “Retablo”, de Alejandro Casona.

TEATRO UNIVERSITARIO. (TABANQUE) /1968
TABANQUE. (Teatro Universitario) /1969

En esa ansiada búsqueda de la libertad y la independencia, los miembros del T.U. empezaron a buscar, pensando en un futuro inmediato, un nuevo nombre para el grupo. Alguien sugirió Tabanque, pareció bien y se aceptó. Un tabanque es la rueda de madera que mueven con el pie los alfareros, para hacer girar el torno.

Lógicamente el nuevo nombre fue apareciendo con cierta y aparente timidez, siempre entre paréntesis y en los rinconcitos menos visibles. Pasado algún tiempo, la tolerancia iba siendo evidente, Tabanque habría de ocupar lugar protagonista relegando a un segundo término lo de T.U.

Era una maniobra de encadenado que llevaba, poco a poco, a un grupo teatral que había nacido en el seno de la Universidad y a la sombra del SEU, a la independencia y la autogestión.

En estos años se llevaron a cabo montajes como “Leyendas” y “Tradiciones peruanas”, de autores varios de aquel país o “Miseria y gloria de un poeta” de L.M. Manglano.

También se celebraron varias campañas infantiles organizadas por AETIJ, Asociación Española de Teatro para la Infancia y la Juventud. Se desarrollaron por las provincias de Sevilla, Badajoz, Huelva, Cáceres y Cádiz, con obras como “El circo de don Topordo” de Miguel Angel Rellán y Nina Salvatierra, “La cabeza del dragón” de Valle Inclán, “Pluft el fantasmita” de Mª Clara Machado o “Y va de cuentos” de Luisa Simón.

AETIJ organizó congresos de teatro en Madrid, Barcelona y Tenerife a los que asistió siempre Joaquín Arbide.

Durante dos años consecutivos, a finales de los 60, el grupo acudió a Tetuán (Marruecos), invitado por el Consulado Español, ofreciendo unas selecciones de los textos breves de autores nuevos y de vanguardia citados anteriormente, así como el “Juan de Buenalma” de Lope de Rueda.


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Programa de mano del “Robinsón...” de Jeróme Savary,
dibujado por Emilio Rioja. Años 70.

 

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Programa de mano de “Los círculos” de Luis Riaza, dibujado
por Emilio Rioja, estrenada en Sitges y Sevilla.
Años 70.

 

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“Vida y Muerte Severina” de Joao Cabral en el Beatriz de Madrid. 1968.

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Escena de “El Tintero”, de Carlos Muñiz, con Raúl Sénder. 1962.

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"Juan de Buenalma" A la derecha Miguel Juan Caiceo.


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TABANQUE (Teatro Independiente) /1970

Cuando el término independiente empieza a airearse tímidamente en las carteleras, programas de mano y en medios de comunicación, parece como si empezara a vislumbrarse el principio del fin. Se advertía una cierta tolerancia, como un mirar hacia otro lado.

En esta etapa Tabanque se enfrenta con textos y espectáculos cada vez más comprometidos. Esta evolución, acorde con los años que se viven, primeros de los 70, viene subrayada por títulos como:

“El velero en la botella” de Jorge Díaz, Teatro San Fernando. Dirigida e interpretada por Joaquín Arbide con Amparo Rubiales en el papel protagonista femenino.

“Vida y muerte severina” de Joao Cabral. Estrenada en el Lope de Vega y con posterior temporada en el Infanta Beatriz de Madrid.

“El arenal de Sevilla” de Lope de Vega, estrenada en el teatro del mismo nombre y llevada dentro de la campaña “El Carro de la Alegría” por numerosos pueblos de la provincia. También fue representada en Ibiza con motivo de la inauguración de un Certamen Nacional de Artes Plásticas.

“Luces de Bohemia” de Valle Inclán, en el Lope de Vega.

“El gran teatro del mundo”, el auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, representado tres noches consecutivas con motivo de la Festividad del Corpus en la Plaza de San Francisco, teniendo como escenario natural la fachada del Ayuntamiento.

“El gorro de cascabeles” de Luigi Pirandello, patrocinada por la Asociación Dante Aligieri.

“Antigona” de Anohuill en versión de B. Brecht es el montaje que pasa a la historia del teatro, aparte de su calidad como trabajo escénico, por suponer la famosa escisión surgida en el seno del grupo y de la que surgiría el grupo “Esperpento”.

“Cataros, el hombre y la guerra” de Alberto Miralles, fue el espectáculo de ruptura que marcó un antes y un después en la historia evolutiva de Tabanque. Escenario desnudo, gesto y palabra. Y tres años en repertorio.

“Coriolano” de Williams Shakespeare en versión de Bertolt Brecht, estrenada en el Lope de Vega y llevada de gira por la provincia bajo el patrocinio de la Diputación Provincial de Sevilla.

“Medea la encantadora”, de José Bergamín, primer espectáculo teatral flamenco que se monta en Sevilla y con el que se acude a los Festivales de Sitges y Palma de Mallorca. En él intervinieron Manuel y Carmen Montoya, miembros de la que posteriormente habría de ser conocida como la Familia Montoya, entonces cedidos por “La Cuadra”, tablao flamenco de Paco Lira.

TABANQUE (Teatro Estable)

Por aquel entonces empezó a funcionar en Madrid el Pequeño Teatro de la calle Magallanes donde el TEI (Teatro Experimental Independiente), centro de estudios dramáticos dirigido por Williams Layton y Miguel Narros, representaba sus montajes. Arbide vio algunas obras en aquel local y se trajo la idea para Sevilla. En el Pabellón del Uruguay de la Exposición del 29, tenía su sede lo que quedaba del languideciente y moribundo SEU. En su salón de actos funcionaba solo el cine-club universitario los sábados por la tarde. Arbide decidió montar un escenario en aquella recoleta sala de cine de tan solo unas 125 localidades y empezó a dar teatro de manera estable los viernes –una función- y los domingos –dos funciones-.

Así se mantuvo durante tres años consecutivos, a comienzos de los

70, y por aquel escenario pasaron, entre otras, las siguientes obras:

“Un féretro para Arturo” de Jordi Teixidor; “Proceso a la sombra de un burro” de Friedrich Dürrenmatt; “El retablo del flautista” de Jordi Teixidor; “Tiempo del 98” de Juan Antonio Castro; “Los círculos” de Luis Riaza; “Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte” de Valle Inclán; “Las aventuras de Robinson Crusoe” de Jerome Savary; “Trilogía de los negocios” de Arias Velasco y “Mujeres, flores y pitanzas” de María Aurelia Capmany.

En paralelo a esta actividad, Tabanque recibió el encargo de montar un espectáculo para el acto inaugural del Colegio Aljarafe en Mairena. Se decidió montar una cena medieval, en el transcurso de la cual se representaría la obra de Manuel Criado del Val, “Don Melón y doña Endrina”, sobre la eterna lucha de don Carnal y doña Cuaresma. Al acto acudió el autor, personaje muy conocido por un programa que tenía por la noche en televisión sobre el habla castellana. Por aquel entonces solo existía TVE, la primera y única cadena de España.

En colaboración con el Centro Español de Nuevas Profesiones, Tabanque organizó un curso de estudios teatrales, en el transcurso del cual se impartieron materias relacionadas con la historia del teatro, interpretación, escenografía, maquillaje, dirección, etc.

Con el montaje de “Fermín Salvochea” de Manuel Pérez Casaux, durante tres días consecutivos en el Lope de Vega, Tabanque ponía el punto final a su historia.

Para el Mayo Musical Hispalense, Arbide montó en 1970 "El  Retablo de Maese Pedro" de Manuel de Falla, con la Orquesta Filarmónica de Sevilla, bajo la dirección de Luis Izquierdo.


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"Tiempo del 98" de Juan Antonio Castro, 1970.

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Estreno de "Los novios..." de Jerónimo López Mozo en el Beatriz de Madrid. En el centro el autor, A la derecha Juan Carlos Sánchez, Amparo Rubiales y Miguel Rellán. Años 60.

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"Vida y muerte Severina" en el Beatriz.

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Salvochea y Arbide en “El Correo de Andalucía.”


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OTROS MONTAJES

Finalizada la etapa Tabanque, Arbide realizó algunos espectáculos montados con compañías que funcionan en régimen de cooperativa. Cabe destacar un espectáculo flamenco protagonizado por Juan Villar, Pansequito, Farruco –el abuelo y patriarca de la familia-, las farruquitas y Carmen Ledesma, que se estrenó en el Lope de Vega y que hizo gira por Córdoba, Málaga, Cádiz, Huelva y Ceuta.

Otro fue la comedia titulada “La buena vida”, de Fernando Macías, interpretada por Chari Moreno “La Ramona”, que estuvo varias semanas en el Lope de Vega de Sevilla y luego un mes en el Teatro Alfil de Madrid.

CAFÉ-TEATRO /1977-82

El fenómeno del café-teatro fue introducido en Sevilla por Arbide a finales de la década de los 70 y se mantuvo como negocio rentable hasta los primeros años de la década siguiente, coincidiendo con la aparición de los bingos, fenómeno que supuso el cambio de hábitos y costumbres en las reuniones que salían a pasar la noche fuera de casa. El bingo se convirtió en el enemigo de los espectáculos de la noche.

Las primeras representaciones con carácter comercial tuvieron lugar en la sala de espectáculos “El Oasis”, donde se pusieron en escena “Mujeres, flores y pitanzas” de Maria Aurelia Capmany y “Un féretro para Arturo” de Jordi Teixidor. El éxito fue grande y poco después se montaba y estrenaba una obra que superaría el éxito de la anterior experiencia. En la Sala Michel se estrenó el musical “El sexto no comer carne” de Emilio Durán, espectáculo que ofrecía en Sevilla la novedad y el aliciente de mostrar en el escenario los primeros cuatro desnudos integrales –dos actores y dos actrices- de la historia del teatro sevillano. La obra se mantuvo más de un mes en cartel y la reventa de localidades en la puerta del local se puso a la orden del día.

El fenómeno se había asentado en Sevilla y poco a poco se fue extendiendo a otros locales y salas de espectáculos, siempre con obras de Arbide, como “El Barco Margarita II”, la “Discoteca Hollyday” y numerosos pub de la ciudad y pueblos de la provincia.

Entre los numerosos títulos manejados durante aquella época caben destacar: “Cornelio, Paz, Victoria y un camarada de Coria” de Manuel Barrios; “Lo que el viento no se llevó”, ”Triana, la rata y un corral con mala pata” y “La niña del jomeini de oro” de Rafael Mata.

Mención especial merecen las tres obras de José Antonio Garmendia, escritas exclusivamente para ser estrenadas por la compañía de Arbide, por el indiscutible éxito que alcanzaron a nivel de público, crítica y carteleras:

“La señorita cortijera y el aperaó”, “La intelectual y el aperaó“, segunda parte que surgió como necesidad de prolongar la historia dada su aceptación y “La j-odisea del espacio”. Las dos primeras recorrieron durante cerca de tres temporadas numerosos escenarios de Sevilla y provincia, así como salas, tanto de invierno como de verano, de las provincias de Cádiz, Huelva y Badajoz.

También habría que destacar el éxito obtenido con varias selecciones de entremeses quinterianos, entre los que reseñamos: “Sangre gorda”, “El cuartito de hora”, “Ganas de reñir” y “La pitanza” entre otros.

En la sala Michel también se representaron “La sufrida clase media”, musical de Jerónimo López Mozo y “La muñeca de goma” de Manuel Barrios.

Con la empresa Bartrés, Arbide dirige y coordina durante dos temporadas, los espectáculos de La Esmeralda y su cuadro flamenco en la sala de la calle Betis, donde además, estrena una obra escrita por él mismo y titulada “Fe, Esmeralda y Caridad”.


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“Mujeres, flores y pintanzas” de Mª Aurelia Campany
en la sala El Oasis de Sevilla. Años 70.

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“El sexto no comer carne” de Emilio Durán en la
sala Michel de Sevilla. Años 70.

 

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El equipo del TEU, trabajando de figurantes con Nuria Espert en la “Medea” que estrenó en Sevilla en 1964.

 

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“La intelectual y el aperaó” de J.A. Garmendia, segunda
parte de la “Señorita cortijera y el aperaó”.

 

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Programa de mano de “La señorita cortijera y el aperaó”
de J. A. Garmendia, dibujado por el autor. Años 80.


Tras el estreno de “Los verdes campos del eden” de
Antonio Gala, siempre perduró una buena amistad
entre el autor y el director del montaje. Años 60.


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A MODO DE RESUMEN

Como consecuencia de estos casi veinticinco años de trabajo en el mundo del teatro, que van desde el “amateurismo” estudiantil, pasan por la semi profesionalización, hasta llegar a la profesionalización absoluta, abandonando como consecuencia de ello y durante algunos años cualquier otro tipo de actividad –radio y prensa-, Arbide ha conseguido algunas cotas dignas de mención.

De sus grupos y compañías han surgido figuras del espectáculo como Raúl Sender, Miguel Rellán, Miguel Caiceo, “Doña Paca”, Charo Reina, José Antonio Gavira, Juan Antonio González, conocido como Juan Antonio Cidrón y dedicado a la escenografía, Celia Azagra, también conocida en TVE como Paula Gardoqui o Ana Malaver.

Dedicados a la enseñanza del arte dramático o a la dirección escénica en Sevilla, Juan Carlos Sánchez, Justo Ruiz Y Antonio Andrés Lapeña.

Del mismo modo, y como consecuencia de la influencia ejercida por el Teatro Universitario y Tabanque, habrán de nacer otros grupos teatrales, como el Teatro Estudio Lebrijano o grupos nacidos en el seno del Seminario Metropolitano, de los que habrán de surgir figuras como la de Roberto Quintana. Ya hemos citado el nacimiento del grupo Esperpento.

Interviene en siete ediciones del Festival de Sitges; en tres del de Valladolid y en los de Alicante y Palma de Mallorca.

En Madrid actúa en el Teatro Nacional de Cámara y Ensayo, con sede en el Infanta Beatriz, en dos ocasiones. La primera con una selección de obras cortas de autores nuevos y de vanguardia. En la segunda con “Vida y Muerte Severina” de Joao Cabral de Melo Neto, manteniendo la obra diez días consecutivos en cartel. El Ministerio pidió a la compañía que prolongase la estancia, pero las distintas actividades profesionales de los actores, impidieron prorrogar. En el Teatro Cómico y dentro de un ciclo de teatro experimental, actuó con “Mujeres, flores y pitanzas” de María Aurelia Capmany. La última fue con “La buena vida” de Fernando Macías, en el Alfil.

Está en posesión de los premios al mejor montaje y mejor actor protagonista por “Miseria y Gloria de un poeta” de Luis Moreno Manglano en el Primer Festival de Sitges. Mejor escenografía en el III Festival de Sitges. Mejor escenografía en Valladolid.

Es Premio Nacional de Teatro en 1972, por las campañas teatrales realizadas en zonas de difícil accesibilidad.

Entre 1960 y 1980 montó un total de 125 títulos, llegando a superar las dos mil representaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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